Sobre mí

Este sitio y ahora también mi primer libro nacen de una pasión pero como en otros casos, esta pasión no es flor de un día. Comenzó jugando hoooooras y horas con cochecitos desde que tenía uso de razón, continuó más tarde devorando revistas de coches y culminó momentáneamente sacándome el carnet de conducir. Siguieron muchos hitos y sigo cultivando y disfrutando de esta afición. Antes pensaba que un día me cansaría, pero hace tiempo que abandoné esa idea, me parece imposible pensar que un día despierte y diga pues qué aburrimiento, ya no me gustan los coches. No después de décadas disfrutando de todo lo que rodea al automóvil.

Sí, ¿por qué sólo clásicos? Ante todo, creo que la industria del automóvil ha vivido demasiadas épocas doradas como para ignorar las obras maestras que nos ha dejado, sean carrocerías que quitan el hipo o mecánicas que te hacen decir boooooaaah. En más de cien años se han hecho tantos coches interesantes, que dan para cientos, miles o decenas de miles de historias  apasionantes. Coches tan preciosos como un Mercedes 540 K, tan sencillamente geniales como un Mini o tan fascinantemente brutales como un Ferrari 288 GTO, por nombrar tres épocas muy diferentes.

Y ahora es cuando tengo que criticar los coches actuales… considero que los coches actuales sí que han logrado llegar a aburrirme. No sé exactamente cúando fue, supongo que ha sido un proceso, pero como escribo en mi primer artículo sobre el Ford T, salvo excepciones, considero que los coches actuales son creados por departamentos de marketing y rematados por contabilidad, cómodos y eficientes, ergonómicos y fiables, pero carecen de las imperfecciones e incomodidades que antes hacían que un automóvil desbordara carisma.

Foto: Luca Hasselberger

Claro, cuando el carismático cacharro no arrancaba por la mañana y estaba lloviendo a mares y llegabas tarde a la oficina, uno no le encontraba la gracia por ningún lado, ni tampoco pensaba bueno, pero hay que ver qué carisma tiene. Por eso tampoco ataco a nadie, hoy en día conducimos unos coches excelentes, lo que pasa es que simplemente no levantan pasiones, o al menos no la mía.

Y no me entendáis mal… hace un tiempo conduje un Mercedes SLK C63 AMG… son cuatrocientosnosecuántos caballos y sí, cuando pisas el acelerador te quedas boquiabierto y la estabilidad en curva es apabullante. Pero siéntate al volante de un Mazda MX5 del año 90 o de un Mini Cooper de los antiguos por una carretera con curvas y no te quitarán la sonrisa ni a tortas. Por cierto, el MX5 y el Mini actuales son casi igual de divertidos, así que ole por Mazda y por Mini (BMW), pero como digo, son contadas excepciones.

Eso sí, os dejo un pensamiento contradictorio… quizás puedan ser los coches eléctricos los que nos devuelvan la ilusión de conducir algo nuevo de verdad, de volver a sentirnos pioneros, especiales, de emprender nuevos caminos. Creo que el silencio con el que se mueven, la brutal aceleración y la ansiedad por lograr llegar al destino sin quedarnos tirados (ja ja) confieren a estos coches el carisma perdido. Esperemos a que bajen los precios de las baterías o que quizás se consoliden las baterías de hidrógeno. En fin.

Alguien dentro de 50 o 70 años escribirá sobre los inicios de los coches eléctricos pero mientras tanto los coches de ICON ROAD siguen quemando gasolina. Son automóviles de todas las épocas, países y precios pero los he querido combinar con otros elementos que quizá no sean típicos en una publicación así… historia, anécdotas, cine… He buscado hacer algo entretenido y diferente, espero que os guste.

Daniel Hasselberger