Descubre los coches del este fabricados más allá del telón de acero durante la guerra fría, en esta segunda parte comenzamos con Alemania del Este
Como ya dijimos en la primera parte, con la mayoría de los coches que se lanzaron en el bloque de países del Este, los dirigentes comunistas retaron la paciencia de sus camaradas ciudadanos. Y así fue también en Alemania Oriental y de hecho el caso de los alemanes del Este es especialmente llamativo. Al terminar la guerra, habían quedado en su territorio una fábrica de BMW y todas (las cinco) de Auto Union, que producía las marcas Audi, DKW, Wanderer y Horch. A priori esto habría augurado un gran futuro para la industria en el país, pero con los soviéticos llevándose parte de las fábricas como reparación de guerra y la mayoría de los empleados válidos huyendo a Alemania Occidental, se perdió la mayor parte del potencial.
El Trabant
A partir de lo que quedó se creó la IFA, un conglomerado estatal parecido al INI en España que durante un tiempo fabricó coches de preguerra, aunque en cantidades poco significativas: a mediados de los años ’50 las autoridades de Alemania Oriental aún predicaban que el automóvil era un artículo de lujo. Sin embargo, el muro estaba aún por construir y los camaradas huían a Occidente por decenas de miles, así que en 1958 se lanzó el Trabant (“Compañero”) para dar a los alemanes orientales un medio de transporte digno aunque la mayoría de sus usuarios acabaron hartos de no poder aspirar a nada mejor…

Para empezar, los privilegiados que pudieron optar a tener un Trabant debían esperar años para que les dieran uno, hasta el punto que hubo épocas en que los recién nacidos fueron apuntados en la lista para recibir uno cuando fueran mayores. Y todo para que les dieran un cochecito cuyo motor de dos tiempos ya era antiguo en su lanzamiento y con sus 26 CV llegaba para alcanzar en 21 segundos los 100 km/h… y ahí se acababa la aceleración porque esa era su velocidad máxima. Tampoco habría interesado que fuera más rápido porque su falta de seguridad era proverbial, incluyendo el pequeño detalle de la carrocería… ¡¿inflamable?! Pues sí, debido a la dificultad para conseguir acero de calidad, el Trabant se fabricó con Duroplast, un compuesto similar a la bakelita hecho con resinas de fenol (un tipo de plástico) reforzadas con desechos de algodón de la Unión Soviética.
El dichoso Trabant se fabricó hasta 1991, no sin antes intentar sobrevivir con un trasplante de motor del Volkswagen Polo, un intento absurdo de actualizarlo. Sin embargo, ha quedado como símbolo de la reunificación alemana y las imágenes de alemanes del este cruzando la frontera en estos cochecillos han quedado impresas en la memoria colectiva del país, humillo azul del escape incluido.
Los Dacia
Otro ejemplo de longevidad fue el Dacia 1300. Fruto del acuerdo de colaboración entre Renault y las autoridades de Rumanía, esta versión del Renault 12 se siguió fabricando bajo licencia hasta 2006. Pero el coche más fascinante del bloque comunista europeo lo encontramos en la antigua Checoslovaquia…

Tatra
Con su diseño intrigante y un poco bizarro, la histórica marca Tatra (cuyo nombre viene de una preciosa cordillera que separa Polonia de la República Checa) puso durante años la genialidad e inventiva checas al servicio de… aquí están de nuevo… los altos oficiales del partido comunista, que ya se sabe que no podían moverse de un lado a otro en cualquier vehículo, no señor. Pues bien, muchos de ellos lo hicieron en un Tatra T603 cuya apariencia aún muchos checos identifican con la temida policía secreta de aquellos años, aunque la verdadera peculiaridad de este modelo radica en su motor de ocho cilindros, o más bien la posición que ocupa: más allá del eje trasero, toda una delicatessen mecánica proveniente de los años treinta.

Škoda
Y en cuanto a la introducción chistosa que hacía en la primera parte de este artículo, vamos a terminar con la marca checa Škoda, que hoy en día está integrada en el grupo Volkswagen, pero que durante décadas fabricó peculiares coches con motor y tracción traseros que combinados con una rudimentaria suspensión le daban un comportamiento mortífero en carretera – afortunadamente los modestos motores no proporcionaban mucha velocidad al vehículo en cuestión. Los chistes, bueno… tampoco eran para partirse de risa. Aquí dejo un ejemplo… ¿Cómo se dobla el valor de un Škoda? ¡Pues llenando el depósito!

Coches del Este: Epílogo
Sí, insisto y termino con el anacronismo y la obsolescencia. Ni el fascinante Tatra, ni los pocos modelos soviéticos brillantes de la posguerra tuvieron sucesores, sino que fueron desarrollados hasta la extenuación durante décadas sobre la misma, anticuada e ineficiente base mecánica. Las razones son las mismas que afectaron al resto de la industria de estos paíse: el sistema económico socialista totalitario hacía aguas por todas partes.
Para empezar, la producción basada en planes quinquenales unas veces se quedaba corta y había que racionar y otras se pasaba de largo, de manera que aunque el plan dictaba que se fabricaran treinta mil tractores, luego no era extraño que la mitad quedara años oxidándose en los almacenes.

Por otro lado, la ausencia de competencia eliminaba el incentivo de mejorar técnicas, materiales y procedimientos. Y finalmente, el sistema basado en los nombramientos a dedo sin democracia ni meritocracia era totalmente corrupto. Pero a pesar de todo, estos coches también tenían algunas ventajas: construidos para sobrevivir en países con “carreteras” entre comillas y sin red de asistencia, eran robustos y de técnica muy simple. Y no olvidemos su carisma, del cual tenían a toneladas. Да, Товарищ!
DH
Comentarios
Una respuesta a «Coches del Este: Se Abre el Telón… (II)»
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