Descubre los coches del este fabricados más allá del telón de acero durante la guerra fría, en esta primera parte comenzamos explorando la Unión Soviética
Se abre el telón (de acero, claro) y aparece… un Škoda. A finales de los años ’70 la marca checoslovaca comenzó a ofrecer sus coches en algunos países occidentales. Esto suponía todo un logro para un país comunista, cuyos modelos en general ya en esta época tenían muy difícil competir con los fabricados en occidente.

Y el vulgo, siempre tan ingenioso, comenzó enseguida a hacer mofa y burla del coche en cuestión, el 100 y luego el 110: de su anacronismo, de los acabados que no merecían este nombre, de su penosa fiabilidad o de su rudimentaria suspensión que unida a la configuración “todo atrás” le daba un comportamiento mortífero en carretera – afortunadamente los modestos motores no proporcionaban mucha velocidad al vehículo en cuestión.
Así que aparte de algunas divisas, estas exportaciones lo que hicieron fue dejar en evidencia a la industria automovilística de esos países, que tras años de administraciones ineficientes y planes quinquenales había quedado sumida en un casi perpetuo anacronismo. Pero no siempre fue así, sobre todo tras la Segunda Guerra Mundial al otro lado del telón de acero hubo esfuerzos serios por fabricar coches decentes que, vistos con la perspectiva de los años transcurridos, son hoy en día clásicos atractivos, así que repasemos algunos de ellos. Todo empezó en la Unión Soviética…
El Pobeda
El primer coche fabricado por los soviéticos, el GAZ M20 “Pobeda” (“Victoria”) de 1946, fue todo un acierto, un brillante desarrollo propio con una moderna carrocería integrada que cubría una mecánica más o menos actual, cuya calidad justificó que fuera exportado y tomado como ejemplo de lo que era capaz la industria estalinista.

Además, no se quedaron aquí, sino que tan sólo diez años después la Gorkovsky Avtomobilny Zavod (la Fábrica de Automóviles Gorky) lanzaba un más que digno sucesor, fascinante y hoy ya recordado en Rusia como un auténtico icono: el M21 “Volga”.
El Volga
Al igual que su antecesor, el “Volga” era un coche robusto hecho a base de planchas de duro y grueso acero soviético, con unas suspensiones un tanto arcaicas que le daban un feeling de conducción un tanto especial, pero con una mecánica en general sencilla y duradera, justo lo que se necesitaba para moverse por el país en esos años. Porque las condiciones en que iban a ser usados estos coches son bastante llamativas…
Para empezar, en invierno las temperaturas en Moscú pueden alcanzar los -40ºC, pero en Siberia pueden llegar a -70ºC. Además, en este inabarcable país las distancias a recorrer son enormes y el taller más próximo puede quedar a cientos de kilómetros. Finalmente, en aquella época los vehículos debían vadear ríos y transitar por caminos sin asfaltar, a menudo cubiertos de nieve y barro.

Pensando en todo esto, el “Pobeda” y sobre todo el “Volga” se construyeron con una mayor distancia al suelo y se entregaron con un completísimo juego de herramientas que haría las delicias de cualquier manitas, incluyendo una bomba para inflar neumáticos y hasta botes de pintura para esos rasguños tras el viaje por la estepa siberiana. Y aún en sus primeros años venía con una manivela de arranque para cuando la batería fallaba por el frío.
Coches del Este de Lujo: Chaika y ZIL
Los Volga se fabricaron para funcionarios y taxistas, de modo que la gente “normal” sólo lo pudo comprar de segunda mano y por otro lado, como ya se sabe, en la sociedad soviética todos los camaradas eran iguales, pero algunos eran “más iguales” que otros, así que para estos últimos, es decir, los altos mandos del Partido Comunista, GAZ produjo los “Chaika”.

Diseñados al principio al estilo americano de los años ’50 con sus cromados, su radio, su antena automática y sus elevalunas eléctricos, sólo unos pocos pudieron darse el gustazo de conducir (o más probablemente, “ser conducidos” en) un “Chaika”, del que se llegó a fabricar hasta una versión descapotable, aunque aún quedaba un camarada que necesitaba un coche mejor.

Naturalmente, en la cúspide del escalafón comunista los camaradas secretarios generales necesitaron de algo más representativo que un “Chaika” para recibir a mandatarios extranjeros o participar en aquellos famosos desfiles por la Plaza Roja de Moscú. Para ellos, la Zavod Imeni Likhachova (la Fábrica de Automóviles Likhachov), produjo los ZIL en sus evoluciones 110, 111, 117 y 4104.

Con la desestalinización, la compañía antes conocida como Zavod Imeni Stalina y que había cambiado de nombre en 1956, producía sobre todo camiones, aparte de estas tremendas limusinas blindadas de seis metros en producción casi artesanal, que con modificaciones estéticas se produjeron durante décadas sin muchos cambios hasta ser auténticas antiguallas sobre ruedas.
Polski Fiat
Sí, aquí están de nuevo el anacronismo y la obsolescencia, pero los soviéticos no fueron los únicos en alargar más allá de lo razonable la vida útil de modelos con mecánicas superadas. Así, por ejemplo, en 1951 vendían una licencia para construir su versión del “Pobeda” a los polacos, quienes tuvieron el inmenso placer de seguir fabricándolo como FSO Warszawa hasta, atención… 1973.

Bastante antes, a mediados de los ’60, el Politburó polaco andaba cada vez más ruborizado por tener el dichoso “Pobeda” como coche para sus sufridas masas y desde finales de los ‘60 fabricaron bajo licencia el Polsky Fiat 125 que cambió de nombre en 1983 para seguir siendo fabricado como FSO 125 hasta principios de los ‘90. Otro irreductible italiano de Fiat fabricado bajo licencia en Polonia fue el 126, que los polacos llamaron “Maluch” (“Pequeño”) y que la Fabryka Samochodów Małolitrażowych (FSM) fabricó hasta el año 2000, ni más ni menos.
Lada
Porque ya se sabe que en estos años la Fiat andaba vendiendo licencias por todo el mundo y uno de los acuerdos más importantes lo cerraron en la Unión Soviética, consistente en el intercambio de acero soviético por know-how italiano para producir en la URSS el Fiat 124 con motores propios. De esta forma, desde 1971 la Wolschski Awtomobilny Zawod (Autofábrica de Automóviles del Volga) fabricó el WAZ 2101, que en otros países del bloque del este se llamó “Shiguli” (en honor a una cadena de montañas en Rusia) y para exportar a países occidentales llamaron “Lada” (algo así como “Querida”).

Por cierto que los italianos pusieron el know-how y el dinero y los soviéticos les pagaron con acero de dudosa calidad que por su alto contenido en cobre se oxidaba muy fácilmente y que fue usado en los Fiat y Alfa Romeo de los años 70, dando a la industria italiana parte de la reputación que aún hoy en día le está costando hacer olvidar.
Saporoshez
Otro coche soviético, el ZAZ 965 Saporoshez, se parecía al Fiat 600 pero no tenía nada que ver con él. Producido entre 1958 y 1994 en Ucrania, fue el coche más asequible de la Unión Soviética y como tal… bueno, que hablen los propios usuarios: “la última venganza de Stalin” o “el insecto del Kremlin” fueron los apodos más amables que recibió.

Por cierto, su sucesor, el ZAZ 968 Saporoshez, también se parecía a un coche occidental, el NSU Prinz, que compartía la tendencia de aquél a sobrecalentarse y perder el control fácilmente en curvas, aparte de otras lindezas.

Desde luego, con lo visto hasta ahora, hay que decir con todos estos coches los dirigentes comunistas llevaron al límite la paciencia de sus camaradas ciudadanos. Pero no te pierdas la segunda parte de este artículo, donde veremos el intrigante caso alemán y también el coche más fascinante que se hizo al otro lado del telón.
DH